En un mundo tan dinámico y globalizado como en el que vivimos, día con día se experimentan cambios en nuestros hábitos de consumo, en una nueva forma de relacionarnos como individuos y como organizaciones y en la forma de conducirnos, con el objetivo de realizarnos en un ámbito de excelencia.

Para mantener y acrecentar el liderazgo de nuestra  compañía un entorno tan cambiante, es necesario regir nuestras acciones y decisiones en base a nuestros valores empresariales. Nuestra integridad empresarial debe prevalecer en todo momento para garantizar relaciones de largo plazo con nuestros grupos de interés, y con ello nuestra permanencia en el mercado.

Quienes formamos parte de McKinley, desde los/as miembros del Consejo de Administración hasta cada colaborador/a en particular, tenemos la obligación de operar con estricto apego a las leyes de los países donde tenemos presencia y alineación a los más altos estándares de ética empresarial, calidad, sustentabilidad y responsabilidad social.